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En el espacio virtual de un querido amigo, Gerardo Mendive, que él denominó   Mirar-nos con Ojos Ajenos,   el cual disfruto mucho, nos regala semanalmente una charla espléndida sobre diversos temas, citando siempre a los autores y, como él mismo dice, profundizando en algunos aspectos que muchas veces dejamos pasar sin percatarnos de la importancia que tienen en nuestra vida.

Hace poco Mendive se basó en un libro de Carlos Alemany publicado con el título    14 aprendizajes vitales para la vida.   Dicho autor señala aprendizajes verdaderamente importantes y, por  lo general, lo hace en parejas, ya que esta vida tan paradójica nos invita a conocer los diferentes polos, las orillas;  podríamos decir hasta los límites, tanto de un lado como del otro, aunque yo siempre he pensado que debemos tratar de mantenernos en el justo y sabio término medio, para guardar el equilibrio y no radicalizarnos.

Alemany nos invita a “aprender a aprender” (valga la redundancia) y, tan importante como esto, de igual manera a aprender a  desaprender, para sustituir aprendizajes y conductas que quizás nos sirvieron antes pero que, posiblemente, ya no funcionan hoy.

Alemany también nos sugiere aprender a discernir, es decir, a elegir entre lo bueno y lo malo, entre lo positivo y lo negativo, tanto para nosotros    como para los otros, y apoyar ese discernimiento en valores, principios y convicciones.

Nos habla el autor acerca de la importancia de aprender a triunfar, aunque también aprender a fracasar. Es importante no ser engreído;  reconocer nuestros triunfos, pero, a la vez, aprender a aceptar el fracaso y tomar de ello lo positivo   para capitalizar la experiencia y hacerlo mejor la siguiente ocasión.

Alemany nos invita a aprender a hablar, a saber expresar nuestro pensamiento y aquello que sentimos, a la vez que aprender a escuchar, ya que muchas veces oímos, pero no escuchamos; a acallarnos internamente para comprender al otro  y poner nuestro corazón al servicio de los demás.

Otro aspecto importante al que llama el autor es a aprender a decir que sí, cuando eso es lo que queremos, pero también a decir que no cuando así lo requerimos, puesto que es importante ser asertivo para responder al entorno sabiendo perfectamente lo que queremos.

Convoca Alemany a aprender a cultivar la exterioridad  para convivir con los otros, aunque al mismo tiempo no descuidar la interioridad, porque considera importante aprender a tener encuentros con uno mismo, en la medida en que hay tesoros que no están fuera, sino dentro.

Alemany nos invita asimismo a aprender a reír, porque a veces no sabemos disfrutar a tope la alegría, y reír implica muchas facetas: desde sonreír  hasta llegar a la carcajada; no obstante, indica que también es de gran importancia aprender y darse permiso de expresar el dolor, la impotencia, con el propósito de abrir un espacio para recibir el sufrimiento, dejarlo estar por un tiempo, sin dejar que se estacione en nosotros.

Nos convida Alemany  a aprender a perdonar a los otros para no vivir lastimados, aunque, aun más importante, aprender a aceptar el perdón que nos otorgan los otros  y, sobre todo,  aprender a perdonarnos a nosotros mismos.

Menciona el autor un par de aprendizajes más: aprender a “tener”, a disfrutar tanto de la compañía de los demás  como de  las cosas materiales; a disfrutarlas  a cabalidad; y también aprender a aceptar las pérdidas, a vivir con la ausencia de las personas queridas y, ¿por qué no?, también de las cosas materiales, ya sea  que nunca se hayan tenido o que se tuvieron y se han perdido.

A lo anterior va ligado aprender a no depender, ni de las personas ni de los bienes; a evitar que la ausencia de los seres queridos invalide  nuestra propia existencia, es decir,   aprender a despedirse.

Y, por último, habla de aprender a relacionarse con la trascendencia, con la espiritualidad.

Reflexionando en todas  estas sugerencias de aprendizajes vitales, no puedo dejar de cuestionarme   qué otros aprendizajes me parecen a mí, en lo personal, vitales.    Llego a las siguientes conclusiones:

Primero, aprender a vivir agradecido, porque la gratitud es algo esencial; de hecho, mi último artículo se llama   Importancia y beneficios de la gratitud,   al que le dediqué toda una reflexión.

Otro aprendizaje vital es que debemos aprender a vivir con humildad, sin jamás subirnos a un ladrillo ni pensar que somos más que ningún otro ser. Esto nos permitirá vivir abiertos a nuevos aprendizajes;  en pocas palabras, a jamás pensar que ya sabemos algo y a erradicar de raíz en nosotros la soberbia.

Un aprendizaje más que me parece vital es aprender a desechar la prisa de nuestra vida.

Esto tiene que ver con algo que Alemany menciona en su libro como aceptar la precariedad de la vida, entender que hay muchas cosas que no están en nuestras manos y fluir con ello.

Hace tiempo escribí una reflexión que titulé Erradicar la prisa de nuestra vida, y me parece un aprendizaje vital, porque en el mundo moderno nos hemos acostumbrado a vivir de prisa. Nos hemos acostumbrado tanto a la inmediatez que vivimos presionados, estresados, lo que nos impide vivir a plenitud, como efecto de la competitividad del mundo actual.

Otro aprendizaje vital lo denominé, en una reflexión de hace años,    “ponerse la mascarilla”, tal como nos lo indican al subir a un avión, si es que se despresuriza la cabina, en el sentido de que debemos ponernos primero nosotros mascarilla de oxígeno para posteriormente ayudar a los demás. Aunque suene egoísta, ésta es la manera más sana de vivir, porque, si yo quiero ayudar a los demás, debo estar bien primero yo.

Por último, y es el punto toral de esta reflexión, “aprender a mantenerse enseñable”. Esto tiene que ver con el primer aprendizaje que menciona Alemany, de aprender a aprender y a desaprender, manteniéndonos enseñables, vivir la esencia de la alegría que representa ser un eterno aprendiz.

Hace más de 10 años, estando con un buen grupo de amigos en Rio  de Janeiro, escuché una canción que, además de gustarme, llamó mi atención no sólo por el ritmo que tenía y por el momento en el que la escuchaba, sino porque la canción transmitía algo especial.

Aunque la canción estaba en portugués, yo podía percibir que ella ofrecía algo  que había que detenerse a entender. El autor es Gonzaguinha  y, aunque el título de la canción es   O que É, Que É?,     la gente la conoce más como una de las frases que dice en la canción, la cual tiene un gran peso específico: “La belleza de ser un eterno aprendiz”. 

Esta frase se me quedó grabada y durante años he reflexionado en ella, hasta el punto de  que la adopté como filosofía de vida. Si tuviese que definirme de alguna manera, lo haría diciendo que me considero  alguien que vive con la alegría de ser un eterno aprendiz, viviendo consciente de que en todo momento debemos mantenernos abiertos a recibir la enseñanza exterior   de otras personas, de las circunstancias y de la vida misma, descubriendo la alegría, la belleza  de ser precisamente un eterno aprendiz.

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Pocas cosas tan importantes existen en la vida como la gratitud, y esta máxima de convivencia social es algo que todos creemos conocer y observar  de alguna manera. Sin embargo, si reflexionamos y profundizamos en el asunto, podremos entender mejor muchos conceptos que la rodean y que se relacionan causalmente con ella.

Pocas cosas hay más abominables que la ingratitud; y, como tantas cosas en la vida, algunas personas creen que ser ingratos les reporta un beneficio, o al menos no se lo  quita. Pero  es justamente al revés:   ser ingrato conlleva un alto precio para quien así actúa,  y en cambio la gratitud no solamente nos hace mejores personas, sino que también reporta grandes beneficios.

Cuando me pregunto      por qué la gente es ingrata,  me    vienen a la cabeza   varias respuestas posibles. Quizá  el ingrato tenga un problema  de envidia  y sienta que quien lo  apoya  es un privilegiado que  no requiere        su agradecimiento; quizá  sea una persona egoísta y vea la vida sólo en función de recibir, y no de dar; quizá  sea por inseguridad y trate  erróneamente de convencerse   de que la ayuda que recibe  es un logro propio; quizá no agradezca nunca  por pena, pues  no sabe cómo expresar gratitud  (aunque creo que ésta  sería la causa menos probable); quizá el ingrato es ingrato    por ignorancia o falta de conciencia,   como esos niños y jóvenes que han recibido todo y simplemente  dan por sentado que es obligación de los otros proveerlos sin más.  Y la peor opción: quizá sea  por soberbia, porque su terrible e inflado ego los hace pensar que todo es mérito propio y no valoran la ayuda del prójimo en su gran magnitud.

Hay una frase de Martín Lutero que me encanta y reza así: “Tengo tres perros peligrosos: la   ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden, dejan una herida profunda”.

Soy un convencido de que todo en la vida obedece a la ley de causa y efecto  y de que cualquier pensamiento, sentimiento o acción traerá consigo una consecuencia, por lo que aquello      que salga de nuestro interior  traerá como consecuencia una reacción del Universo  hacia nosotros.   Y la  recibiremos con una  fuerza multiplicada.

De ahí  la profundidad de la herida de la que habla Lutero.

Así, la ingratitud nos hará más densos, enviando mala vibra al Universo;  y, en cambio, la gratitud nos hace vibrar en una frecuencia más ligera, enviando al Universo  nuestras mejores vibras. Ambas  nos traerán de regreso la respuesta del Universo.

Es importante entender que, aun  cuando nuestro proceso en la vida es individual, no somos ermitaños, pues  estamos cercanamente relacionados con muchas otras personas a consecuencia de diferentes situaciones, por  lo que será mejor entender los procesos y las leyes por las que opera la vida.

En esta vida, todo está relacionado, y es importante saber que se trata de dar y de recibir. Es necesario aprender a dar y también a recibir. Existe mucha gente que no sabe dar o no sabe recibir.

Al que no sabe dar lo  catalogamos de mezquino, egoísta;  y al que no sabe recibir,  de arrogante o, peor aún, de soberbio.

Así, vemos que la gente a la que le cuesta dar   siente que cualquier cosa que dé   le va a restar. Es  gente que tiene un sentido materialista de la vida  y que le concede una importancia desmedida a lo material. En  general,  esa gente   es así no sólo en lo material, sino también en lo espiritual.

Otro punto importante de la gratitud     es entenderla, aceptarla y abrazarla. Trataré    de explicarme.

En este mundo, materializado en exceso  por la visión de mucha gente enfocada más en recibir que en dar, no prestamos mucha atención a la gente que no sabe recibir;  simplemente de alguna manera la relegamos, pero no reflexionamos en las causas por las que se comporta de esa manera.

A la  gente que no sabe recibir  le cuesta mucho esfuerzo sentirse en deuda, aceptar ayuda, apoyo o cariño,  y eso tampoco ayuda a su desarrollo como ser humano.

Cuando reciben espontáneamente un presente, un apoyo o una ayuda, se sienten  en deuda y tratan de cualquier forma posible de actuar para creer que ya están  a mano, que no deben nada.

Un amigo querido   me comentaba que a él le costaba trabajo recibir;  y, analizándolo bien, me di cuenta de que en ocasiones a mí  me ocurre lo mismo. Y    comentábamos que no se trataba de aquellas ayudas o beneficios que se nos ofrecen para comprar nuestra voluntad. Eso  en definitiva hay que rechazarlo. Pero,      tratándose de algo que la gente nos ofrece de todo corazón, es terrible resistirse a aceptarlo con humildad y mostrar nuestro agradecimiento.

Y,   más importante aún, me comentó (haciendo referencia a un autor llamado Tusquets) que, cuando uno recibe una ayuda en un momento de apuro (y, para poner un ejemplo de lo más prosaico  y sencillo, pensemos en un préstamo de dinero), aunque lo paguemos   en tiempo y forma quedamos en deuda permanente con esa persona. ¿Por qué? Por   la gran valía que tuvo el hecho de     habernos apoyado a salir del problema en un momento complicado.

Y ni hablar  si se trata de cosas más trascendentes y profundas, como tiempo y cariño. No  olvidemos que el tiempo es algo que no se puede recuperar. Nadie  puede comprar tiempo;  así que quien nos ofrece su tiempo  nos está dando algo invaluable, algo que jamás va a recuperar.

Nada más bello que vivir agradecido con toda  persona, y más con la  gente que hace la diferencia en nuestra vida. Si vivimos agradecidos y demostramos nuestro agradecimiento, no sólo vendrán bendiciones a nosotros, también podremos sentir que hemos sido exitosos y, sobre todo, felices.

Marco Tulio Cicerón decía: “Tal vez la gratitud no sea la virtud más importante, pero sí la madre de todas las virtudes”.

No hay nada más bello que estar agradecido y demostrar nuestro agradecimiento con la gente que amamos; y, si eso es recíproco, no sólo se genera una energía maravillosa y multiplicadora en esa relación, también es una de las cosas más bellas que puedan conseguirse en las relaciones humanas.

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816D9D51-8F98-4FAB-AF8D-608679F7842B_pomba-da-pazFeliz Navidad (la guerra ha terminado)

Happy Xmas (war is over)

Me impresiona cómo ciertas personas no profundizan ni se percatan de los grandes esfuerzos que hacen algunos por la humanidad. Hubo un joven músico que después de conocer vastamente las mieles de la fama y el éxito, de pronto dejó todo para dedicarse a exhortar al mundo en favor de la paz.

Es curioso, pero sus dos canciones –para mí las importantes– enfocadas precisamente a ello, en un principio no me impactaron de la forma que hoy me emocionan. Quizás por inmadurez, por ignorancia o por la propia indiferencia de la juventud.  En ese entonces no dejaron huella en mí.

Hoy cada día me impactan más, cada día me llegan más y alientan mi alma.

Sin duda, la mas conocida, “Imagine” se ha convertido en un clásico, en un himno por la paz.  El mundo entero la reconoce como tal y dice cosas tan ciertas como profundas en favor de un mundo mejor.

La otra, que no ha tenido la trascendencia de la primera , es aparentemente una simple canción de Navidad.  Para mí también se ha vuelto un himno y un símbolo de esta época del año, en la que creo que la mayoría intentamos ser mejores seres humanos a través de la acción y la reflexión.

La Navidad no debe ser una ilusión solamente para los cristianos o para los niños, debe ser un momento grande para todos, y la letra de esa canción nos invita a tener fe en un mundo mejor. Dice más o menos así:

“Y sí, ya es Navidad y tú, ¿qué has hecho? Otro año se acabó y otro recién empieza, espero que te diviertas:  el cercano y el querido,  el viejo y el joven,  feliz Navidad y año nuevo, esperemos que sea un buen año, sin ningún miedo, así que es Navidad para el débil y para el fuerte, para el rico y para los pobres, el mundo está tan equivocado.   Feliz Navidad y año nuevo para el negro, para el blanco, para el amarillo y el rojo.  Por favor paremos todas las peleas”.

Intercaladas entre cada frase vienen los coros cantado la “guerra terminó, si tú quieres, la guerra terminó, ¡ahora!”

Hoy a mis 63 años y 50 años después, viviendo una pandemia, que bien podría llamarse la Tercera Guerra Mundial, pero por supuesto muy distinta de las otras dos ya que en esta no se ha disparado una sola bala y sin un futuro cierto y claro, la canción y lo que dice cobra una dimensión muy diferente de las primeras veces que la escuché…

Estamos a unos días de Navidad y escuchar esta canción me provoca fuertes sentimientos deseando con todo mi corazón que la Guerra de la Pandemia termine muy pronto y así tener un nuevo comienzo habiendo aprendido como humanidad, cuidándonos más como hermanos, abrazando a nuestra familia y honrando a la Tierra, que es el único hogar que tenemos todos.

Será una Navidad distinta porque muchas familias no se juntarán físicamente pero con certeza utilizarán los medios digitales para convivir un poco y acercarse…  pero definitivamente no será igual.

Otras familias harán caso omiso de lo que la prudencia recomienda y harán sus reuniones esperando que ninguno pudiese estar infectado y así no contagiar a los demás. La decisión la toma cada quien, pero sea como sea que pasen esta Navidad, mi deseo es que todas las personas y todas las familias tengan una espléndida Navidad y que el mensaje de paz finalmente llegue los corazones de cada vez más personas.

En lo personal, me sigue impresionando como hace 50, ese joven músico de apenas 30 años de edad, en el pináculo de su carrera, que abandonaba su fórmula -más que probada- del éxito, para dedicar su música a predicar la paz, haciendo su mejor esfuerzo con convencer al mundo de amarse unos a otros y de parar la violencia.

Desafortunadamente a los 40 años de edad y solamente 10 años después de haber lanzado en la Navidad de 1970 este bello mensaje al mundo, moría cobardemente  asesinado a manos de un loco idiota, drogadicto, que le descargó un arma cuando regresaba tranquilamente de cenar a su casa en New York.

Hoy 50 años después de que el mundo conoció este mensaje, no creo que haya una sola Navidad en la que no se escuche en la radio y en muchos hogares este himno, al menos yo la escucho siempre y quizás pasen otros 50 más,  y seguramente se seguirá escuchando… ojalá que para entonces, el mundo ya haya captado su mensaje, de verdad deje de pelear y esté en paz.

P.S. Si te gusto este artículo, compártelo!  y te pido que si lo vuelves a leer, lo hagas escuchando la canción como un pequeño homenaje a ese joven llamado John Lennon.

Si quieres escuchar la versión original utiliza este link:

https://www.youtube.com/watch?v=flA5ndOyZbI

Pero si eres de la nueva ola y quieres una versión más moderna utiliza este link:

https://www.youtube.com/watch?v=C-c7S56HvBg

                      Carlos Molinar

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Imagen que contiene persona, interior, hombre, mujer

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Dos Papas

 

 

Querido lector, te recomiendo ampliamente ver la película “Los Dos Papas” que está en Netflix.  Si ya la viste, te agradecería leer este artículo.

 

Ya que lo hayas hecho,  quizás coincidas en algunos de mis comentarios o difieras de ellos.  En cualquiera de los casos, me gustaría mucho que me compartas tu opinión en mi blog www.carlos-molinar.com

 

Llevaba semanas con la idea de ver la película y por fin pude hacerlo el pasado fin de semana.  En verdad la disfruté mucho.

 

Tengo ya muchos años de estar alejado de la iglesia católica como practicante, no así de la espiritualidad, ni de las enseñanzas de Jesucristo.

 

En alguna ocasión que escribí un tema relacionado con la iglesia que titulé “La  Iglesia en Manos de Lutero”, levanté una polvareda terrible, lo cual, no es mi intención repetir, pero sí quiero comentarles en este artículo algunos aspectos que me parecieron interesantes de la historia.

 

Nunca se sabrá con exactitud cómo es que sucedieron las cosas pero, en lo personal, la manera como lo presenta el escritor  Anthony Mc Carten y el director Fernando Meirelles me parece que encierra mensajes que nos pueden servir y hacer reflexionar… y ¡qué decir de la actuación de los artistas  Jonathan Pryce y Anthony Hopkins que es magistral! 

 

Quise verla porque me atrae especialmente la gran simpatía y admiración que siento por el Papa Francisco.  Me intrigaba también, cómo plasmarían tan especial y trascendental situación como lo fue la renuncia del Papa Benedicto XVI y la relación entre él y su sucesor,Francisco.

 

A reserva de que  lo que se presenta haya sido verdad o sólo la imaginación del guionista y del director, ambos personajes los veo alineados a la imagen que tengo de ellos.

 

La historia plantea los encuentros de dos personas que son como el agua y el aceite, pero que teniendo un sienten un mismo Amor por Cristo y tienen pensamientos tan diferentes que, en un inicio parecían francamente incompatibles.

 

En cuanto al Papa Francisco (Jorge Bergoglio) en su papel de cardenal,  me gusta cómo lo describen porque refleja la calidad de persona que es con su tesón, sencillez y su gran humanismo.

 

Por su parte al Papa Benedicto XVI ( Joseph Ratzinger) lo describen con esa fuerza que lo caracteriza.  Una persona de una pieza que ha sido considerado el Guardian de la Fé, con una formación estricta y que siempre ha velado por defender las formas, las tradiciones y las bases de la Iglesia Católica, una persona siempre enfocada en el “deber ser”.

 

Lo que me gusta de la historia es que plantea los encuentros entre ambos derivados de una intención del Cardenal Bergoglio de renunciar a su cargo con miras a retirarse a dirigir una pequeña parroquia de algún pueblo de su natal Argentina, y llega al Vaticano en la búsqueda de la aprobación del papa Benedicto XVI, para lograr su objetivo… renunciar al cardenalato.

 

Por su parte,  Benedicto VI intuye dicha renuncia como un acto de rebeldía y de una cierta protesta.  Obviamente, no quiere aceptarla porque piensa que va a afectar a la Iglesia.

 

El autor presenta unos supuestos primeros encuentros en los que claramente manifiestan las posiciones de ambos en situaciones de clara controversia y Bergoglio es fuertemente cuestionado por el Papa.  Eso los lleva a discusiones que son interesantes por la relevancia de los temas y la contraposición de pensamientos.

 

Conforme se van dando dichos encuentros la película muestra que el Papa Benedicto XVI –que en un principio no gusta nada del estilo del Cardenal –  va profundizando con él y tratando de entenderlo… lo que le cuesta mucho trabajo por su manera de ser y va evaluando poco a poco cosas que lleva meses tratando de descifrar.

 

Lo interesante es que el autor supone una situación en la que los intereses de ambos están encontrados y en esa lucha por obtener cada uno su objetivo, no solamente ahondan en su manera de pensar, sino que nos lleva a la conclusión de que ambos tienen una transformación de su pensamiento original y el resultado de una u otra forma es que ambos terminan por aceptar una realidad que no tenían planeada y lo hacen por ese gran Amor que tienen a Cristo y a su Iglesia.

 

El autor también nos lleva a que ambos terminen apoyándose mutuamente en sus fuertes tribulaciones personales, a través de esas conversaciones que terminan convirtiéndose, de alguna manera, en el sacramento de la confesión, que les permite descargarse uno con el otro.

 

El autor presenta así las tremendas guerras internas que tiene cada uno cuando inician esos encuentros:

 

Por lo que se refiere al Cardenal Bergoglio, sus remordimientos y la culpa que le generaban los cuestionamientos que siempre tuvo en la Argentina, por haber elegido no dar una pelea frontal a la dictadura.

 

En su visión, era la manera de salvar muchas vidas.  Yo coincido, en lo perosonal, coincido con ella y me parece que el tiempo le dio la razón.

 

Hay una escena maravillosa en la que una vez pasada la terrible época de la dictadura, le toca a Bergoglio celebrar  la misa junto al sacerdote jesuita Francisco Jalics, quien había sido su segundo en la orden y el cual había salvado la vida de milagro, ya que a la mayoría que mantuvieron esa postura los habían torturado y asesinado.

 

Posteriormente, se reconcilian y en plena misa al darse la paz se dan un abrazo maravilloso de perdón mutuo. Sin embargo, hay otros de sus allegados que no corrieron con la misma suerte  y que jamás comprenden la postura inteligente de Bergoglio y, por ende, jamás le perdonan. 

 

Por su parte, las tribulaciones del Papá Benedicto XVI las presentan como un gran cuestionamiento que se hace a sí mismo referente a si hizo lo suficiente al tratar de poner orden en situaciones complejas y muy criticadas de la iglesia y por otra parte la gran duda que llevaba cargando por varios meses por sentir que no estaba  logrando el cambio que requería la Iglesia, a través del camino que pensaba.

 

El tema es que se hace un guión y una película sobre un hecho insólito que llevaba varios siglos sin ocurrir y que nadie pensábamos que se pudiera dar.

 

Sin duda esto requirió de una decisión difícil y valiente del Papa Benedicto XVI y que,  conforme a las formas y procedimientos de la iglesia lleva al Cardenal Bergoglio a convertirse en Papa, cuando lo que él buscaba era alejarse de los reflectores y retirase a una pequeña parroquia.

 

Si algo o nada de lo que plantea la película es verdad, difícilmente lo sabremos.  Sin embargo, quiero quedarme con las partes positivas de la historia, mismas que siempre podrán ser una enseñanza de vida, claro, para aquel que lo quiera ver así.

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“Todos somos Artistas y tenemos nuestras Musas.

El otro día escuchaba por “zoom” una charla de un querido amigo: “Gerardo Mendive”, en un espacio para hacer un alto en el camino, que él denomina: “Mirar-nos con Ojos Ajenos”.

Gerardo dice sobre ese espacio, que por el contrario de lo que afirma el dicho: “Pasar sin ver”, la invitación va en sentido contrario, es decir, reivindicando no solo el derecho, sino también la necesidad de mantener despierta la capacidad de asombro y, agrega mencionando a Jorge Larrosa, porque: “Muchas son las cosas que pasan y pocas las que nos pasan”.

Me encanta este tipo de espacios, los cuales no son fáciles de encontrar. En éste, a través de un grupo abierto en “zoom”, escuchar a Gerardo, se convierte en un escape, en un paseo, en una clase, en el cual el aprendizaje es extraordinario; es como regalarse a uno mismo un espacio para la reflexión, guiado de un verdadero maestro, que nos trae a la convivencia a través de una narrativa verdaderamente disfrutable, que acompaña de citas, frases y anécdotas a diversos personajes, actuales y del pasado; a los que siempre vale la pena conocer. 

En este bello espacio, de una hora a la semana, el cual disfruto de sobre manera, la narrativa borda alrededor de diversos temas de gran interés. Les menciono algunos de los que hemos escuchado: La felicidad y el éxito; la sexualidad; la pandemia; la corrupción; la vida del actor; entre otros y, con su amena charla termina por ampliar nuestra visión sobre los diferentes temas en los que ahonda.

El tema del día era “Las Musas” y, Gerardo nos narraba diferentes aspectos sobre el artista y su proceso creativo, en medio de la charla lanzó la siguiente pregunta: ¿La creatividad del artista es innata, o se desarrolla?

Como tantas otras cosas en la vida, yo pensé que, no es una u otra, sino ambas. Ya que es innegable que ciertas habilidades se traen inherentes a nuestro ser, sin embargo, también es cierto que las cosas, o las desarrollamos o las inhibimos, pero del trabajo o empeño que pongamos en ellas va a depender una cosa o la otra. 

Más tarde surgió otra pregunta: ¿Qué sería necesario hacer, para apoyar el desarrollo de la creatividad, por ejemplo, en un niño? 

Y entonces pensé que, cuando detectamos una habilidad innata en un niño, habría que ser muy sutil para buscar motivarle de diferentes formas, para convertirnos en un apoyo, facilitando de alguna manera el camino para encontrar su pasión; para lo cual seguramente tendrá cierta destreza y, al descubrir esa pasión, con empeño, trabajo y paciencia, ira desarrollando cada vez mayor y mejor esa creatividad.

En cuanto al proceso creativo del artista, me llamó la atención una analogía que mencionó, refiriéndose a un autor (Stephanne Zweig) que sugiere la similitud que hay entre un artista y algunos criminales, éstos últimos, cuando realizan un acto criminal, lo hacen como estando en un estado de inconsciencia, el cual no podrían explicar y, por el otro lado, el artista al momento de crear, entra en una especie de trance, el cual lo hace de alguna manera no estar consciente de sí, entonces, el artista simplemente crea.

Un factor importante dentro de ese proceso creativo sin duda, desde el tiempo de los griegos, sabemos que son las musas, quienes han tenido gran importancia como fuente de su inspiración. 

Otra de las tantas aristas que mencionó y la cual me tocó y me hizo cavilar es que, todos los seres humanos de alguna manera tenemos la capacidad de hacer de nuestras vidas una obra de arte, transformándonos de alguna manera en artistas, sin importar para que tenemos habilidad y, entonces las posibilidades se vuelven infinitas dada la irrefutable individualidad de los seres humanos. 

También me hizo reflexionar en algo más y, es que existen áreas en las que me atrevería a decir que todos, o al menos la inmensa mayoría de los seres humanos coincidimos, y es la del amor, y así como los artistas, también nosotros tenemos quien sea el motivo de nuestra inspiración, es decir, tenemos nuestras musas.

El amor inspirado por una musa es ponerse a flotar, y lograr ese estado de inspiración. 

Viéndolo así, en mi opinión, las musas son esenciales para la vida, no sólo del artista, sino de todo ser humano, en su tarea como artista de la obra de arte de su vida. 

Sin embargo, la musa se vuelve un arma de doble filo, porque puede ser nuestro aliciente y nuestro motivo para crear y podemos verdaderamente conocer el paraíso en la tierra, cuando tenemos la fortuna de enamorarnos perdidamente de un ser y ese amor es recíproco, porque entonces se vive “la magia del amor”, en todo su esplendor y fuerza.

Pero también, puede ser lo contrario, porque cuando la musa cambia su interés por nosotros, enfocándolo en alguien más, esa magia se convierte en tormento y entonces se sufre y mucho. 

¿Será entonces que el arte de amar consista en lograr amar sin apego, o en amar más a la vida y sobre todo a nuestra vida, para disfrutar cuando se da esa magia, pero sin morir de tristeza cuando desaparezca?

Quizás debamos aprender a vivir esa magia, sabiendo que será momentánea y disfrutarla a tope, mientras dure, porque la creatividad del artista, no puede depender tan solo de la musa, porque al parecer el amor, no se mantiene siempre de la misma forma y seguro se va a transformar, de una manera o de otra.

No me queda más que agradecer a mi amigo Gerardo por este espacio, y no solamente por haberlo disfrutado enormemente, sino porque, antes de ello, no me había puesto jamás a profundizar en la importancia de las musas en la vida del artista. Y en otras analogías alrededor de ello. 

Este tipo de espacios son un oasis para nosotros, nos llevan a pasear a través de su narrativa y nos brindan conceptos que, forzosamente nos hacen no sólo reflexionar, sino como él bien dice, nos llevan a “Mirar-nos con Ojos Ajenos”. 

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De la Resistencia a la Resiliencia

¿Qué es lo que he visto y vivido en un mes y medio de encierro voluntario?.

Creo que todos nos cuestionamos muchas cosas fundamentales en nuestra vida, pero tengo la impresión que lo hemos hecho de manera superficial. A veces es difícil detenerse a reflexionar para tratar de entender muchas cosas de vital importancia, como para tomar una decisión de hacer cambios importantes y me parece que es porque difícilmente tenemos el tiempo y el espacio para detenernos a reflexionar a profundidad.

¿Alguna vez has sentido querido lector, que la vida va tan rápido y es tan confusa,  como si estuvieras en un carrusel dando vueltas y vueltas, y te dan ganas de decir: “ Paren la vida, por favor, que me quiero bajar”?. ¿Te ha sucedido ?   Pues, ¿qué crees? Hace justo hace unas semanas, es como si hubiesen parado el carrusel.

La vida tiene muy diversas formas de concedernos nuestros deseos. y habrá gente que no capte la dimensión de lo que nos está pasando, pero muchos y en muchos países del mundo de repente paramos para iniciar un encierro, como decíamos de niños: “ Voluntariamente a fuerzas”.

Pero nadie sabemos a ciencia cierta, ¿cuánto tiempo va a durar esto?, ¿a donde nos va a llevar? y qué dimensión va a alcanzar?

Aquí es donde viene la resistencia, todos nos resistimos a cambiar, queremos que regrese el “Status Quo”, al que estábamos acostumbrados; en otras palabras y quizás para ser más radicales, podríamos decir que están desesperados porque les regresen su vida, al menos tal y como la conocían.   

Me parece que de la gente que ha podido parar por una u otra causa, la mayoría , han entendido la magnitud del problema y han parado, hay otros que definitivamente no tienen remedio o no alcanzan siquiera a vislumbrar lo que esta pandemia puede llegar a representar.

Hay otros que no pueden parar. Algunos son verdaderos héroes porque trabajan en el sector Salud o en la Cadena Alimenticia y arriesgan sus vidas para servir a los demás y debiesen tener un mejor reconocimiento de parte de la sociedad, en vez de ser agredidos, a consecuencia de la terrible ignorancia de la gente.

Otros, desafortunadamente viven al día,  y si no salen no comen.

En lo personal, mi familia y un servidor somos de los afortunados que pudimos parar y encerramos el 13 de Marzo pasado y desde entonces, no he salido de casa.

Debo decirles seguramente todos estamos pensando en cómo reinventarnos, pero no es fácil llevarlo a la práctica. Pero debemos tomar en cuenta que la “normalidad” como la conocíamos antes, difícilmente va a regresar. 

Pienso que seres humanos normales como yo, que está acostumbrada a trabajar, a vivir del producto de su trabajo e ir mejorando a través de los años y con su esfuerzo, no nos imagináramos que algo como lo que estamos viviendo nos iba a llegar a pasar.

Podemos cuestionarnos muchas cosas y tener dudas sobre lo que nos agrada o desagrada,  podemos apoyar ciertas causas sociales, y tener ciertos ideales, pero al final del día la espiral de la vida nos va jalando a lo que la mayoría de la gente va.

Me refiero al materialismo, al consumismo,  y nos dejamos llevar por el deseo adquirir un mejor auto, una casa más grande y cómoda, posteriormente a tener una casa de vacaciones y vamos adquiriendo ciertas costumbres “casi vicios” como el de gastar de más en ropa, arrastrados por la moda y por el deseo que nos llega a través de una serie de estímulos e influencias externas,  que en realidad y muy en el inconsciente nos cuestionamos que sean necesarios.

Pero de repente un día y de la forma más extraña, la vida nos hace parar. De pronto nos damos cuenta que llevamos al menos 45 días vistiendo de manera simple y cómoda, que no usamos reloj, que nos damos nuestros lujos en cuanto al tiempo, porque de entrada no tenemos que perder una hora y media o dos en el tráfico y de pronto nos vienen como ráfagas de luz, ciertos pensamientos que nos dicen que tenemos demasiadas cosas que no necesitamos.

En estos 45 días, la mayoría de ellos los he vivido en playera, en bermudas y chanclas y me doy cuenta que es una maravilla. De pronto entras a tu vestidor y ves una exageración de ropa que no necesitas y te preguntas ¿en qué estaba pensando cuando compré toda esta ropa?.

De pronto te das cuenta que como eso otras tantas cosas que no requieres te están quitando energía y espacio mental.

Por lo menos yo, no extraño tomar el auto y gastarme en el tráfico 2 horas al día para ir y venir a la oficina. la verdad es que estoy muy bien sin ese trayecto y utilizando ese tiempo en otra cosa.

¿Qué es lo que extraño de mi vida pasada?:

  • Comer con mis hermanos en mi oficina.
  • Salir a comer a restaurantes con mi familia.
  • Los viajes de vacaciones con la familia, que por fortuna y por mi tipo de actividad, ya hacía con bastante frecuencia.

Pero también me pregunto ¿podría vivir sin ello? y de verdad creo que es lo debiésemos cuestionarnos todos. No me detengo a pensar mucho en cosas, ni en las cosas que extraño de mi antigua vida, pienso que debemos enfocarnos en el momento presente y ese nos dice que lo más sensato por el momento es quedarnos en casa.

Tenemos que ir encontrando la manera de ser productivos desde casa y de ser felices con lo que tenemos.

Tengo sentimientos encontrados, porque aunque extraño ciertas cosas, también pienso que al habernos detenido,  el planeta se está recuperando de tanto abuso que le hemos infringido los seres humanos, así es que cuando pienso eso, me digo si esto acaba pronto y podemos volver a salir sin peligro, en un momento vamos a volver a lo mismo y a seguir abusando del planeta.

Creo que hay mucha gente que no está reflexionando y no ven la hora en que le suelten la cuerda para volver a lo de antes y seguramente con mayor fuerza a hacer todo lo que dejó de hacer en este tiempo.

Ojalá y me equivoque, ojalá que mucha gente recapacite en lo que es necesario e importante y lo que es superfluo e innecesario, ojalá muchos se arriesguen a apostar por una vida diferente, en donde la escala de valores se tienda más a lo espiritual, que a lo material, ojalá que esta pandemia no se lleve a tanta gente, sobre todo aquella que más aporta a la humanidad, pero desafortunadamente este tipo de bichos, no hace ese tipo de diferenciación.

No sé que vaya a resultar de esta difícil prueba, pero ojalá al final el saldo haya sido positivo y de alguna manera la tragedia logre hacernos tomar consciencia.

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Se llevaron nuestro queso…” 

Un buen libro que leí hace algunos años:  “¿Quién se ha llevado mi queso?”, de Spencer Johnson, en el que el autor, a través de un cuento de ratones, hace alusión a lo que la gente persigue y obtiene,  cómo se encariña con lo que logra y lo que pasa cuando sobreviene un cambio y, por alguna razón,  nos quitan lo que habíamos logrado.

El libro tiene un gran mensaje, que se puede resumir en 7 puntos: 

 

1.- El cambio es un hecho. 

2.- Prevé el cambio. Permanece alerta a los movimientos .

 

3.- Controla el cambio. Revisa constantemente el status quo.

4.- Adáptate rápidamente al cambio. Cuanto antes olvida
lo que ya fue y disfruta de lo nuevo.

5.- ¡Cambia!  Muévete cuando en cuanto se den los cambios.

6.-¡Disfruta del cambio! Saborea la aventura y disfruta de lo nuevo
que te ofrece la vida. 

7.- Prepárate para cambiar rápidamente y disfrutar otra vez. El
cambio es lo único constante.

Creo que a la humanidad le acaban de quitar su queso.  Justo eso, nos acaba de suceder.

Lo que nunca nos imaginamos es que nos iba a pasar al mismo tiempo a todos, y por todos, me refiero a todo el mundo. 

Ni nosotros que vivimos conscientes y relacionados con el riesgo y tratando de preverlo, de muy diversas formas  pudimos vislumbrar el Tzunami.

Haciendo una analogía entre sumergirnos en la digitalización  y meternos a una alberca, todos veíamos que era necesario meterse, hablábamos de la necesidad de irnos familiarizando con el agua, y estábamos relativamente conscientes de que había expertos, que veíamos se movían bien en ese medio y nos animaban a meternos a la alberca por la escalera para irnos acostumbrando al agua, e introducirnos poco a poco, la verdad es que no lo hicimos lo suficiente.

Lo que no sabíamos  –y nadie nos dijo– es que un buen día nos iban a empujar  a todos a la alberca de golpe y que de pronto estaríamos TODOS, al mismo tiempo en la parte honda de la alberca y que tendríamos que nadar sí o sí, con la dificultad de que todos estábamos amontonados en una sola alberca donde antes había unos cuantos animándonos a entrar. 

¿Qué sigue? perfeccionar nuestro nado y volvernos eficientes nadando, no hay otra.

Volviendo con el queso, la alberca y haciendo la analogía con la vida que teníamos y ya no está porque alguien se la llevó, no sirve de nada tratar de encontrar las causas por las que nos tiraron al agua a todos al mismo tiempo, incluso si hay conspiración atrás o no.  Lo importante es que sabemos que debemos cuidarnos porque el agua está fría, dan calambres y nos podemos ahogar, también, por la situación y el pánico generalizado, hay el riesgo de que algún acalambrado se prenda de nosotros y nos lleve al fondo o, también, de que algunos descuidados, nos golpeen y nos acalambremos, ahogándonos.  Por eso, debemos extremar cuidados, al enfrentar algo que jamás habíamos tenido que enfrentar… ni el planeta entero.

Creo que la teoría, muchos la tenemos clara, pero eso no es suficiente, ahora lo qué hay que hacer es tener calma y pensar muy bien cada movimiento que vamos a hacer. 

 Sí, mantener la calma y el buen ánimo es vital para avanzar con seguridad, articulando con detenimiento un plan de salida y acostumbrarnos a una nueva realidad. 

Trataré de explicarme, es un hecho que el mundo giró, que debemos cuidar nuestra salud, fortaleciendo nuestro sistema inmunológico a través, principalmente, de cuidar nuestros pensamientos, que son la clave para mantenernos bien, porque si dejamos que el temor se apodere de nosotros, será la llave para dejar entrar todo tipo de calamidades en nuestra vida. También, necesitamos cuidar nuestra alimentación y mantenernos saludables a través de hacer ejercicio y mantener ciertas rutinas, tanto de trabajo, como de esparcimiento.

 

Convencernos de que el mundo ya cambió para siempre, y no querer aferrarnos erróneamente, a tratar de recuperar el queso que ya no está y no va a volver. No sé si todos estaban totalmente felices con la vida que llevában, pero de lo que sí estoy seguro es que de que nuestra forma de actuar estaba matando  el planeta, y una cosa es cierta, es el único que tenemos. 

Hoy tenemos que ser felices de otra manera, tenemos que generar recursos de otra forma, reinventarnos y cuidar de nosotros  tanto mental, emocional como físicamente.

Sé que puede ser desesperante ver extinguirse un mundo al cual estábamos acostumbrados, pero aferrarse al mundo que se nos fue, puede ser tan, pero tan peligroso, que nos puede llevar fácilmente a la tumba, por diferentes caminos y ni siquiera de la forma como pudimos haber imaginado, sino de una manera muy triste y en total soledad.

Tenemos que pensar que la vida misma, el planeta ya no aguantaba seguir con ese modelo y que debemos cambiar, sí o sí. 

Hoy tenemos una realidad y hay que afrontarla de la mejor manera posible. Tenemos que aprender a ser felices,  a vivir y a disfrutar de otra manera, porque es una realidad, se llevaron nuestro queso. 

 Diccionario Analógico

Nuestro Queso = Nuestra vida anterior

Todos = Todos los habitantes del planeta 

Los que vivimos alrededor del riesgo= los que vivimos ligados al mundo del seguro y la previsión tanto de la salud del individuo, como la financiera

La alberca = el mundo digital y virtual

Perfeccionar nuestro nado = adaptarnos al mundo digital y de nuestra nueva realidad (la posibilidad de infección, que hoy por hoy nos puede provocar la muerte)

Agua fría y calambres que ahogan = situación de peligro de contagio y posible muerte.

Ahogados por calambres = muertos y  lesionados por Covid-19

Golpeados por un inconsciente = contagiados por un inconsciente.

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“Y el mundo giró”

Aunque algunos no queramos darnos cuenta, el mundo giró… y hoy, definitivamente no es el mismo.

Dicen –y con mucha razón– que lo único constante hoy es el cambio. Muchos se resisten al él, aunque el resistirse al cambio a veces termine por matarlos.

Otros tratan de adaptarse a él.   Los que lo hacen más rápido, generalmente, sobreviven. En cambio, a los que les cuesta adaptarse a él, son los que suelen desaparecer.

Otros, los menos, llegan incluso a preverlo; éstos son los llamados visionarios, como Bill Gates, que en marzo de 2015 dictó una estupenda conferencia TED* hablando de que, mientras el mundo temía que ocurriera una guerra nuclear, el veía que lo que podría destruir al mundo o al menos cambiarlo dramáticamente sería un tema viral o bacteriológico.  Lo explicó tan detalladamente  que al verlo hoy nos impactamos de su certeza; parece que hubiera visto el futuro reseñando la problemática que está sucediendo hoy, 5 años después.

Y claro, es posible que haya habido otros que hasta lo hayan generado, ya sea accidentalmente o de manera intencional.  Ojalá no sea lo último.

Hoy, el mundo sufre una pandemia llamada COVID-19, originada aparentemente en China y esparcida por todo el mundo.

Se habla mucho de la guerra entre las potencias USA y China, y del involucramiento de países que también tienen gran influencia en el planeta como Arabia Saudita, Rusia y otros más. Y, de si la pandemia del COVID-19 fue accidental o provocada –lo cual difícilmente llegaremos a saber a ciencia cierta.

En México estamos reaccionando de manera muy lenta y des-coordinada y, al parecer, dada la situación, será a través del internet y las redes sociales que iremos armando el rompecabezas de lo que es y de lo que está ocurriendo en el mundo y por supuesto en nuestro México.

Es impresionante que en la era del internet y de las redes sociales, nos lleguen advertencias, (sobre todo de España y de Italia, países, por cierto muy parecidos a México), pidiéndonos no cometer los mismos errores que ellos y que viendo las dificultades que están pasando no sólo ellos, sino países muy poderosos y con sistemas sanitarios mucho más potentes que los mexicanos (China, Estados Unidos, Alemania, Rusia)  como decía mi madre: “Veamos la tempestad y no nos hinquemos”.

Pareciera que a muchos mexicanos no nos importara lo que escuchamos de fuera. Por fortuna, no a todos.

La sociedad va reaccionando aunque no lo rápido que debería y tratando de concientizar a los demás sobre una realidad que a nadie nos gusta pero que aquí está y no podemos negar.

A diferencia de los terremotos de 1985 y 2017,  en los que muchos mexicanos nos volcamos a las calles para tratar de ayudar, hoy la situación exige algo que parece más difícil y es el hecho de quedarnos quietos, de confinarnos en nuestros hogares y de llevar a cabo muchas recomendaciones preventivas para evitar la propagación de la pandemia.

Esto es mucho mas difícil, porque nos sentimos poco productivos, faltos de acción y nos obliga a priorizar la salud colectiva (sobre todo, la de los más vulnerables como las personas de la tercera edad, con diabetes, obesidad, problemas cardíacos y mujeres embarazadas) enfrentando esto a nuestros valores sobre la economía, obligándonos a reflexionar profundamente y cambiar radicalmente nuestros hábitos.

Yo pienso que mientras más sabia es la gente, mas rápido renunciará a su vida tal como era y tratará de mesurarse, tomando todas las precauciones posibles y más, incluso con riesgo de parecer exagerados.  Y, al mismo tiempo veremos que los más ignorantes, testarudos y tercos, tratarán de minimizar y negar lo evidente siguiendo con su vida como si nada pasara e invitando a los demás a hacer lo mismo.

El confinamiento es una situación que definitivamente depende de las posibilidades de cada persona y cada familia. Estoy consciente de que la mayoría de los mexicanos  vive al día y pocos pueden aislarse,  pero si nos unimos, unos podremos ayudar a otros y se convertirá en una cadena de favores. Es por todos.

Hemos escuchado hasta el cansancio las diversas problemáticas de este virus:

  • Periodo de gestación 15 días aproximadamente
  • Alto contagio.
  • A diferencia de las infecciones por bacterias los virus o contagios virales no se combaten con antibióticos, los virus los combate el cuerpo y o gana el cuerpo o gana el virus, pero no hay medicamento.
  • Un porcentaje menor (15% aproximadamente) requiere de cuidados intensivos en hospitales y otro, aún menor, (aproximadamente el 3 %) causará la muerte del afectado.
  • Mucha gente lo portará de manera asintomática esparciéndolo de manera exponencial.

Lo grave es que hablando de poblaciones enteras, para el porcentaje de los casos que se agravan (15%), no hay sistema de salud que pueda afrontarlo. No en países desarrollados y menos en un país en desarrollo como México.  

Esto significa que a mayor rapidez y mayor eficacia de las medidas preventivas, mejores serán los resultados.  Sin embargo, como vemos la cosa, desafortunadamente,  no pinta bien.

Es por ello que la primera y vital medida de muchas que aconseja la prudencia es la del confinamiento.  De lo contrario no solo me puede tocar la lotería inversa y me contagio  sino que se puede complicar mi caso y puedo morir, o puedo portar el virus y contagiar a mucha gente y y de la más querida que también podrá morir.

Por todo esto hay algo que debemos hacer sí o sí y nos lo están gritando a los cuatro vientos en muchos países: METÁMONOS A NUESTRAS CASAS Y QUEDÉMONOS AHÍ.

Tenemos la idea clara de que el COVID-19 llegó a Italia y España unas semanas antes que a México.  Por simple lógica, no precisamente porque en ambos países tengamos información confiable, sino porque porque en México aún no están rebasados los hospitales con casos de COVID-19, desafortunadamente es cuestión de tiempo para que esto suceda.

Sabemos que tanto en España como en Italia, ha habido un muy mal manejo –sobre todo tardío– del problema por parte de las autoridades por las acciones que hemos visto y desafortunadamente México podría superar a ambos países, aunque difícilmente se va a aceptar de manera oficial.

El problema de información sugiere que aún cuando muchos pacientes pudiesen morir por esta causa, será muy difícil que los hospitales lo declaren, sin que medie una prueba de sangre que haya dado positivo al COVID- 19.

Hasta hoy son muy pocas las instituciones para realizar la prueba, lo que se traducirá en que muchos de los casos no contarán con ésta a la hora de la atención y sucederá –como siempre ha pasado– que difícilmente un hospital se arriesgará a dar como causa de la muerte, una enfermedad infecciosa y menos proveniente de esta pandemia.

Me parece que la importancia que cobrarán las redes sociales es indiscutible. Nos nutren exageradamente de información que nos llega de todo el planeta. Tendremos que ser muy inteligentes para catalogarla, tamizarla y utilizarla adecuadamente y ser muy asertivos con nuestra comunicación porque tenemos una gran responsabilidad con todos los demás en ello. 

Pero no todo es malo.  El planeta estaba muy cansado.  Ya no aguantaba la contaminación, el ruido, la aceleración y tantas cosas negativas que han surgido. Hemos visto que al detenernos un poco, al confinarnos, muchas cosas han cambiando para mejor. Espero que esta tragedia nos haga cobrar conciencia de cómo hemos golpeado al planeta, a nuestra casa.

El planeta se está limpiando, a un precio muy elevado en vidas humanas, en costo de calidad de vida y no se diga en términos económicos, pero ya era hora de que nos responsabilizáramos y lo escucháramos.

Viviremos una recesión económica nunca antes vista. Por algún tiempo arraigados en nuestros hogares y con una forma de vida a la cual no estamos acostumbrados, pero que seguramente disparará nuestra creatividad y, si somos cuidadosos, reforzará nuestra relación con nuestras familias y nos creará nuevos y positivos hábitos.

Algunos somos muy privilegiados en las condiciones de nuestro arraigo, otros desafortunadamente no, pero todos, no importando raza, religión o posición económica estamos en riesgo de muerte. Todos somos uno y unidos lograremos vencer este nuevo reto.  Recordemos que esta situación no es para el más inteligente sino para el más sabio y la sabiduría es la conquista de la reflexión.

Reflexionemos ahora: nuestra vida ya cambió, es una realidad, el mundo ya giró y todos nosotros con él.

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                                                “Un Mercado Bonsai”

 

 

 

El título de esta reflexión es un poco fuerte y lo quise acuñar de esa manera porque a veces, solamente sacudiéndonos un poco nos damos cuenta de ciertas realidades que nos afectan.

 

Cuando pienso en el tamaño de nuestro mercado mexicano de seguros, en el cual, algunos aseguradores llevamos más de 40 años intentando hacerlo crecer de manera sana y sostenida, sin lograr un cambio significativo, me da tristeza y pienso que lo primero que tenemos que hacer es darnos cuenta que tenemos un mercado,  que no hemos desarrollado como debiéramos y de ahí es que se me ocurrió llamarlo

“Un Mercado Bonsai”.

 

En alguna ocasión escuché a un Comisionado de seguros decir en una conferencia: “No se preocupen si ven que el mercado no crece en términos de participación del PIB( Producto Interno Bruto) , mientras haya crecimiento del PIB, el mercado crece”. El comentario en ese momento, me pareció totalmente fuera de lugar. Hoy, todavía peor.

 

Si tomamos en cuenta que nos ha llevado más de 4 décadas rebasar apenas el 2% del PIB ( Producto Interno Bruto) y hay muchos países que tienen cifras de dos dígitos y que comparativamente con México, son entre 5 y 10 veces más grandes, vemos que no es exagerado el término que he utilizado.

 

En esta vida todo tiene una consecuencia. La Ley de Causa y Efecto, opera siempre. 

 

Así, cuando algo no resulta como quisiéramos, no debemos enfocarnos en el efecto, sino en atender y analizar las causas que lo originan.

 

El arte del bonsái se originó en China hace unos dos mil años, en donde se conoce como Penjing, como objeto de culto para los monjes taoístas. Para ellos era símbolo de eternidad, el árbol representaba un puente entre lo divino y lo humano, el cielo y la tierra.

 

Fue llevado a Japón hace unos 800 años, donde se interpretó desde la concepción Zen de «belleza de una austera severidad», lo que llevó a los paisajes miniaturizados en maceta, nativos de China, a ser condensados en árboles únicos e ideales que representaban el universo.

 

Pero lo importante, es que un Bonsái no es una planta genéticamente empequeñecida, sino que se mantiene pequeña dándole forma, podando el tronco, las hojas y las raíces cada cierto tiempo, dependiendo de la especie. Si se cultiva adecuadamente, sobrevivirá el mismo tiempo que un árbol normal de la misma especie, pero si se hace de forma incorrecta, probablemente morirá.

 

Haciendo la analogía, nuestro mercado de seguros tampoco es un mercado genéticamente empequeñecido, al igual que el BONSAI, son las acciones de nosotros,  los aseguradores los que lo hemos mantenido en miniatura a través de la falta de condiciones adecuadas para que se desarrolle  y sobre todo es la consecuencia de las podas diarias que le hacemos, y claro, al igual que un Bonsai, si seguimos cultivándolo inadecuadamente, terminará por morir.

 

¿Por qué en México no crece la industria del seguro en términos de participación del PIB?

 

Por lo que se refiere a las condiciones adecuadas, para crecer, el mercado asegurador requiere de ciertas condiciones, una operación técnicamente sana, es decir identificar los riesgos, medirlos para una vez medidos, tasarlos (Tarificarlos), suscribirlos correctamente y respaldarlos de manera adecuada. Una vez puestos en el mercado productos perfectamente diseñados, habrá que hacer una efectiva promoción y muchos riesgos hay que manejarlos de acuerdo a sus muy especiales características.

 

En cuanto a la poda se refiere, es vital responder adecuadamente a los clientes a la hora de la verdad (cuando ocurre un Siniestro).  Porque cada vez que no se atiende bien un asegurado, y cada vez que no se le paga adecuadamente un siniestro, estamos podando el árbol.

 

Por el contrario cuando un asegurado se siente respaldado al ocurrir un siniestro, esto hace que se vaya generando confianza y una cultura de seguros en la sociedad. Entonces, la gente entiende que el seguro es bueno y es necesario.

 

En los mercados desarrollados, todo mundo se asegura contra todo y no existe ni la menor duda de esas dos

grandes características del seguro Bondad y Necesidad.

 

La gente ni siquiera se cuestiona, el seguro es algo que se tiene que tener sí o sí.

 

Yo veo a nuestro mercado como si fuera un árbol que tiene un gran potencial de desarrollo y crecimiento, pero requerimos generar las condiciones propicias y que nuestras acciones de cada día apunten a engrandecer la institución del seguro.

 

Yo siempre me he referido a la gente que hemos trabajado en seguros como aseguradores, pero en realidad cada día me convenzó que no es el término correcto.

 

Para poder llamarse asegurador, hay que pasar por muchos procesos, y golpearse con la realidad por años para entender el espíritu del seguro, su función y sus procesos. Por lo qué hay gente que puede trabajar por décadas en el medio de seguros, pero quizás no llegue a comprender la esencia del mismo, si se la pasa podando el Bonsai, viéndo al seguro solamente como un negocio de ingresos y egresos.

 

Es una responsabilidad de todos los que trabajamos en este querido mercado, volvernos aseguradores. No importa en que posición nos encontremos, tenemos que evitar a toda costa que siga la poda.

               Por

         Carlos Molinar

 

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  “Una  Historia para Contar y Recordar”

Hace unos días un queridísimo amigo me envió una fotografía histórica por Whats App, y es la primera que acompaña esta publicación. En ella de izquierda a derecha: Luis López Coello, Carlos Molinar, mejor conocido como El Abuelo ( o sea Yo), el queridísimo Guillermo Hernández (El Plátano), Jorge Cándano, un gran compañero que al acompañarme en la media cancha siempre me hacía brillar más de lo que por méritos propios hubiere logrado, Don Ignacio “Nacho” Trelles Director Técnico en Jefe de las selecciones Nacionales de Fútbol en los años setentas medios altos, Jaime Lopez Coello ( El Pingüino)  y Alfredo Solares apodado Coutiño. 

Al recibirla no pude evitar sonreír y recordar. ¿Qué día tan especial? Me dije a mi mismo: “Tiene que haber sido ese día” y aprovechando que hace poco con un cambio de casa había encontrado una caja de recortes de periódico y fotofrafías de mis juventudes, saqué la caja y encontré una par de recortes de periódico de ese día. 

Como por arte de magia empecé a recordar lo sucedido ese día y vinieron a mi mente escenas maravillosas de un partido extra oficial de esos que no se pueden olvidar jamás.

Formábamos parte de la Selección Juvenil de futbol de México que se preparaba para que unos tres o casi cuatro años, representara a México en la Olimpiada de Moscúen 1980. De los de esa Fotografía solamente El Plátano, Coutihno y yo, además de Pepe Rascon ( QEPD) y quien no sale en esa foto pertenecíamos a la selección.

Entrenábamos en el Centro de Capacitación en Tlalpan, junto con la Selección Nacional que representaría a México en el Mundial de Argentina 78 en un par de años.  Al salir un viernes del entrenamiento, don Nacho Trelles, entrenador en jefe de la Selección Mexicana  junto con Jesús Del Muro, nos preguntó si podríamos juntar al equipo para servir de sparring a la selección grande al día siguiente. 

Obviamente le respondimos: “Por supuesto Don Nacho”, aquí estaremos mañana!. Como no teníamos los teléfonos de los demás compañeros de la selección olímpica, le pregunté al Plátano y a Coutihno: ¿Y de donde vamos a sacar los teléfonos de los compañeros para avisarles? Mis amigos rieron y me dijeron: “Abuelo, no friegues, una oportunidad así no se puede desperdiciar, tu crees que los amigos de la Selección de la Preparatoria La Salle van a rehusar una invitación a jugar contra la Selección Nacional? Quién dijo que les vamos a avisar a los compañeros de la Juvenil…. Nos fuimos felices a casa con la tarea de llamar por teléfono a los amigos para tan sui generis invitación y así lo hicimos. 

Recuerdo que no pudimos completar el equipo y hasta llevamos de extremo izquierdo a Jorge Linss, amigo cercano de Pepe Rascón (QEPD), pero quien no jugaba mucho fútbol o al menos, no al nivel que se requería.

Lo que ocurrió ese sábado fue histórico y mágico; inició el interescuadras y se empezó a desarrollar de manera normal, la selección Nacional enfrentaba sin saberlo a un equipo de chamacos que creían era la selección olímpica, pero que en realidad era una mezcla de amigos que jugaban en la selección de la preparatoria La Salle, aunque lo que sea de cada quién, talento no faltaba. 

Empezó a transcurrir el tiempo y no podían anotarnos gol, y por otro lado, los empezamos a forzar a dar más de s. Quitando el físico dispar entre ellos y nosotros, en términos de fútbol, no se apreciaba una superioridad notoria de parte de ellos y en cambio, hubo varias ocasiones en las que más de uno se sorprendía de nuestra actuación. 

Del Muro entrenador auxiliar empezó a presionarlos, mientras Don anach9 Trelles observaba y de vez en vez les hacía un señalamiento no con el mejor tono. La situación se tornaba confusa mientras Del Muro les gritaba más y se empezaba a convertir en regaño, mientras seguían sin anotarnos. Nosotros crecidos, empezamos a mostrar aún mejores cosas y en una jugada preciosa, les anotamos gol por conducto de Pepe Rascón.

Lo impensable estaba sucediendo, la selección nacional caía ante un equipo de chamacos cuates de la selección de La Salle disfrazados de la selección Olímpica Amateur. 

A mediados del segundo tiempo, ante los regaños de Don Nacho Trelles y la impotencia que les representaba el mal rato a los seleccionados, empezaron a utilizar mucho más la fortaleza física y comenzamos a recibir alguna entradas dijéramos con “rudeza innecesaria”,  cuando de pronto se escuchó un silvatazo y don Nacho Trelles paró el partido, nunca sabremos si para evitar que saliéramos lástimados, sí para castigarlos y no darles la oportunidad de empatarnos o quizás y por qué no pensarlo para evitar que cayeran por una diferencia mayor, el hecho es que finalizaba antes el encuentro y s consumaba una historia maravillosa en la que unos chamacos derrotábamos a la selección Nacional.

Los periodistas no daban crédito de lo que pasaba y Don Nacho Trelles separándose un momento del grupo del regaño,  tuvo el enorme gesto de sacarse una fotografía con los chamacos que acababan de derrotar a su selección. 

Esta Historia por fortuna la avala un par de notas periodisticas que corroboran esa travesura de jóvenes que se atrevieron  a divertirse y a demostrar que su uno se lo propone puede lograr cualquier cosa.

Tomé los arrugados recortes de periódico en mis manos, mismos que por fortuna avalan la veracidad de la historia, ya que cualquiera pensaría que lo soñamos y le saqué una fotografía con mi celular para enviárselos a mis amigos por Whats App.

El Platano me confirmó escribiendo: “Claro hermano, esa foto fue de aquel día”, Alfredo también me contestó diciendo:  “ Abuelito que padre que me recuerdas de esa anécdota y agregó -qué tiempos aquellos-”.

Yo me puse a escribir éste artículo que servirá además de anécdota para recordar con los amigos para mostrarle a los jóvenes de hoy que “Con determinación, entrega y pasión todo, todo sin excepción,  se puede lograr”.